Capítulo 45
Raquel organizó su camisa blanca y luego se giró para mirar a Alberto.
El celular estaba sobre la mesita de noche, pero él no lo miraba ni lo atendía, dejando que el suave tono del celular sonara una vez tras otra.
Él no contestó la llamada de Ana.
Probablemente, esa también fue la primera vez.
Alberto, con su figura alta y piernas largas, se levantó y se quitó el traje negro.
Debajo llevaba una camisa blanca, pero la parte posterior de la camisa estaba empapada de sangre. Raquel recordó el latigazo que su abuela le había dado en la espalda.
En realidad, ese latigazo le había causado una herida profunda, pero él, con su cuerpo de hombre fuerte, no mostró ningún signo de dolor en su rostro.
Esas heridas necesitaban ser tratadas, o de lo contrario se infectarían.
Raquel habló: —Voy a tomar el botiquín y tratar la herida de tu espalda.
Alberto giró la cabeza para mirarla, y sus labios finos se curvaron en una sonrisa atractiva: —¿No querías ignorarme antes?
Raquel se agach

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