Capítulo 47
Él le recordó que allí era peligroso, y le pidió que se fuera rápido.
Si los que venían detrás lo alcanzaban, ella no podría salir con vida.
Pero la niña no se fue. En lugar de huir, ella luchó por arrastrarlo, llevándolo a una cueva escondida.
La niña le dijo: —Albi, aquí estamos a salvo. Esos hombres no nos encontrarán.
Él la miró. En ese momento, ella era muy joven. Ya había llegado el invierno, pero solo llevaba puesto un vestido delgado que ya se había desteñido, y parecía que llevaba mucho tiempo en ese bosque, acompañada solo por la muñeca que abrazaba en sus brazos.
Él estaba gravemente herido y sentía mucho frío.
En ese momento, la niña extendió sus brazos y lo abrazó: —Albi, ¿tienes frío? Si te abrazo, ya no tendrás frío.
Él miró sus ojos, tan claros y brillantes.
Le preguntó: —¿Cómo es que estás sola aquí? ¿Dónde está tu casa? ¿Dónde están tus papás?
La niña guardó silencio por un momento y luego respondió: —No tengo casa, no tengo papá ni mamá. En este mun

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