Capítulo 874
—Señorita Inés, es usted.
—Así es, soy yo, señorita Camila. ¿Tiene tiempo ahora? Salga un momento, quiero hablar contigo.
Camila dijo: —Señorita Inés, no esperaba verla también en Sierra Cristalina.
Inés sonrió y dijo: —Sí, he venido a Sierra Cristalina, y además me hospedo en la misma pensión que ustedes.
De repente, Camila sonrió: —La persona que compró la flor de loto de nieve, fue usted, ¿verdad?
Antes le había parecido extraño quién había comprado esa la flor, como si todo hubiera sido planeado. Ahora, al oír la voz de Inés, ya lo sabía; había sido Inés.
Inés lo admitió con franqueza: —Señorita Camila, usted es muy inteligente. Así es, compré esa flor. Ahora la flor que tanto necesitan está en mis manos. ¿Qué le parece, señorita Camila? ¿Le interesa salir a conversar?
Camila se rio fríamente: —Espéreme ahí, voy ahora mismo.
Camila colgó el teléfono y giró la cabeza hacia el baño; Samuel estaba dentro duchándose.
Camila sacó un bolígrafo y escribió una nota: —Samuel, salí a comprar

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