Capítulo 922
Camila se tumbó en el sofá, cerró los ojos y pronto cayó en un profundo sueño.
Cuando Samuel regresó, vio que Camila estaba dormida. Su pequeño cuerpo estaba acurrucado en su amplio sofá, durmiendo plácidamente.
Samuel dejó a un lado los documentos que tenía en la mano, se aflojó ligeramente la corbata del cuello y luego se sentó en el sofá.
Extendió la mano y le dio unas palmaditas en la carita a Camila. —Pequeña perezosa, despierta.
Camila se dio la vuelta, su cuerpo delicado se acercó silencioso a él, y como una gatita, se acurrucó contra él. —No molestes, quiero dormir.
Samuel la observaba con dulzura. Su pequeña carita de palma estaba sonrojada por el sueño, como si estuviera teñida de carmín, tierna y adorable.
Samuel, sentado en el sofá, la envolvió en sus brazos.
Camila sintió su calor y enseguida encontró una mejor posición en su regazo para seguir durmiendo.
Samuel la cubrió con una manta, sosteniéndola con un brazo mientras con el otro revisaba concentrado los documentos.
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