Capítulo 963
Muy pronto, los besos de Samuel descendieron por la cara de Camila y se dirigieron hacia su elegante cuello; su mano también comenzó a volverse inquieta.
Camila abrió los ojos y lo apartó de un empujón.
Los ojos de Samuel estaban enrojecidos de deseo, y con voz ronca le preguntó: —¿Qué pasa?
Camila respondió: —Señor Samuel, ¿qué intentas hacer? ¿No decías que no sentías nada por mí? ¿No afirmaste que lo nuestro ya había terminado?
Samuel la miró y dijo: —Sí, lo dije, ¡pero fuiste tú quien me sedujo! ¡Camila, tú me estás provocando!
—¿Así que, si yo te seduzco, caes de inmediato? ¿Con que yo te provoque, ya no puedes resistirte?
Samuel guardó silencio. En el fondo, Camila ya conocía la respuesta, ¿para qué preguntar?
¿Quería escucharlo de su boca para sentirse más satisfecha?
Él era un hombre demasiado humilde; bastaba con que Camila moviera un dedo...
—¿Te quedaste mudo?
Samuel la abrazó y, bajando la cabeza, volvió a besarla.
Camila no colaboró y empezó a forcejear.
Samuel la presionó

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