Capítulo 18
Ella no sabía que, desde el momento en que regresaron a la antigua residencia de la familia Fernández, los ojos de Pedro no se habían desviado de ella.
—Pedro, lo de hoy... tú me ayudaste y yo te ayudé, estamos a mano, ¿vale?
Después de dejar las cosas claras, Leticia subió las escaleras alegremente, de dos en dos, con una sonrisa radiante.
Pedro la siguió con la mirada hasta que desapareció de su vista.
Mientras tanto, la mirada de Belén no se apartaba de Pedro. Observó, con el corazón lleno de celos, cómo los ojos de aquel hombre estaban completamente ocupados por la imagen de otra mujer.
Belén apretó los dientes con furia.
Intentando parecer vulnerable, tiró suavemente de la manga de Pedro y dijo con un tono lastimero, —Pedrín, por fin has vuelto.
—¿Bebiste hoy?
Belén, al notar la frialdad en su expresión, interpretó que no le gustaba que bebiera por él.
Inmediatamente, sacudió la cabeza y se apresuró a decir, —No, no bebí. Si no te gusta que lo haga, te juro que no volveré a tocar

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