Capítulo 56
—¡Oye! Por cierto, Pedro ya se casó. Su esposa, Leticia, también está en la casa, así que no vayas a asustarla. —dijo Lourdes.
—¿¡Qué!? ¿Mi tío está en casa? —la primera reacción de Oscar no fue sorprenderse de que Pedro se hubiera casado, sino de que él estuviera en casa.
Le tenía tanto miedo a Pedro que su reacción era como la de un ratón frente a un gato. Saber que él estaba ahí lo hizo querer huir de inmediato.
Desde pequeño, toda la familia lo consentía, excepto Pedro, que parecía un verdadero demonio. Cada vez que lo veía, lo regañaba.
Nadie se atrevía a pegarle, pero Pedro sí, incluso lo levantaba y lo lanzaba por los aires.
A sus padres nunca les importaban sus malas notas, pero Pedro lo obligaba a copiar sus exámenes diez veces como castigo. Si no terminaba, recibía una paliza.
El miedo que Oscar le tenía a Pedro ya era un reflejo automático.
—¿A qué le tienes miedo? Esta vez no hiciste nada malo. Pedro no te va a pegar. —dijo Lourdes.
Dentro de la casa, Leticia escuchó la voz

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