Capítulo 35
Adelaida liberó nuevamente una mano para apretar las orejas de bestia de Adelfo. Eran algo diferentes a las de Leocadio, aunque ambas eran cálidas.
Las orejas de bestia de Leocadio eran puntiagudas, mientras que las de Adelfo eran algo redondas, o más precisamente, ovaladas.
—¿Por qué me rechazaste la última vez?—Adelfo no lograba identificar qué emoción le dominaba por dentro.
Estaba algo ahogado.
Algo que debería haber sido una ocasión feliz le provocaba un sentimiento de injusticia al recordar el rechazo de Adelaida.
Claramente él tenía más habilidades que Leocadio, y más que su hermano...
Era como si dos situaciones similares y, al mismo tiempo, diferentes se superpusieran, y Adelfo se sentía agobiado.
Pero el calor de las orejas y el abrazo de Adelaida le hacían pensar que tal vez la esencia de esas dos cosas no era realmente la misma.
Adelaida miró hacia abajo, y al hacerlo, sus ojos se encontraron con los de Adelfo, quien había levantado ligeramente su barbilla.
Aquellos ojos...

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