Capítulo 30

La expresión de Álvaro era indescifrable; ni siquiera respondió a la pregunta de Patricia, como si ella hubiera hablado al viento, sin obtener ninguna reacción. —¿Con qué sentimiento te casaste conmigo? ¿Te parecía divertido? ¿O soy tan tonta, tan fácil de engañar? La voz de Patricia se quebró al formular la pregunta, sus ojos se nublaron bajo una capa de lágrimas, mientras sentía una acidez en la nariz y una presión insoportable en el pecho. Álvaro respondió: —No te he engañado. Sus palabras, como siempre, eran breves. No solía decir una palabra más de lo necesario. Patricia iba a hablar de nuevo cuando, de repente, el sonido de un timbre la interrumpió: era el móvil de Álvaro. Él se disculpó, miró la pantalla y su expresión cambió ligeramente. Era una llamada del agente de Julia. Patricia se sintió aún más molesta: —Contesta, si tienes cosas que hacer, adelante. Álvaro la miró y dijo: —Tengo que atender algo. Descansa un poco, hablamos después. Patricia se dio la vuelta sin m