Capítulo 386
A la mañana siguiente, Patricia despertó en los brazos de Álvaro, sintiendo su mano aún pesada sobre su cintura. Luchaba por levantarse cuando Álvaro también despertó, somnoliento, y le preguntó: —¿Ya despertaste?
Patricia se mostró de mal humor, agobiada por el peso de su brazo toda la noche. —Me estás aplastando, es muy pesado.
Álvaro retiró su mano, se sentó y, observando su rostro pálido, no pudo resistirse y se inclinó para besar sus labios. Ella, al darse cuenta, resistió naturalmente, empujándolo con fuerza por los hombros, pero él la sujetó y la presionó contra la almohada.
La diferencia de fuerza entre ambos era notable, y ella no podía competir con la suya.
Ella quedó completamente dominada por él.
Sin fuerzas para resistir, permitió que hiciera lo que quisiera.
Después del acto, su rostro se tiñó de ira, y lo miró furiosamente mientras él sonreía, acariciando su mejilla y diciendo con un tono de disculpa: —Lo siento, olvidé nuestro acuerdo. Pensé que estaba soñando.
—¿Crees

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