Capítulo 5
No fue sino hasta que Arturo se marchó que los tres en la habitación sintieron que la presión finalmente desaparecía.
Julia se dejó caer en el asiento, visiblemente molesta.
—¿Quién se cree que es? ¿Qué puede hacernos?
Al notar que Abelardo estaba abatido, se acercó a consolarlo. —Hermano, no te pongas así. Quizá Patricia solo estaba confundida por un momento. Ya se le pasará el enojo.
—Pero es que también... Por más enojada que esté, ¡no puede traicionarte así!
—La próxima vez deberías ponerla en su lugar y hablar seriamente con ella.
Miguel también apoyó la idea. —Eso mismo. Si Patricia te traiciona, ¿por qué no le haces lo mismo? Búscate a otra mujer.
Incluso levantó el mentón hacia Julia. —Yo creo que Julia no está nada mal. Total, ustedes no son hermanos de sangre.
El rostro de Abelardo se volvió sombrío.
En la boda, Patricia solo tenía que seguir el plan y firmar el acuerdo.
Pero tuvo que llevarle la contraria.
Él tampoco lo entendía. Durante diez años, Patricia siempre había sid

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