Capítulo 14

La puerta se cerró de golpe. Irene salió corriendo tras él, con el botiquín en la mano. Al ver la herida en la frente de Diego, sus ojos destilaron una pizca de preocupación: —Estás sangrando, deja que te lo cure. Diego no se negó y la dejó acercarse. —¿Cómo te hiciste esto? Irene le curó la herida con suavidad mientras le preguntaba. —Fue un accidente, me distraje conduciendo de noche. El tono de Diego era neutro, pero su mente estaba lejos, pensando en Sonia. Irene sintió una punzada de ansiedad. Ella sabía perfectamente por quién era esa herida. Los celos se enroscaron como serpientes en su pecho, pero en su rostro solo se dibujaba una sonrisa forzada. No dijo nada más. Cuando terminó de vendar la herida, Irene frunció el ceño: —Se acabó la gasa, voy a buscar más. Espérame. Salió a buscar el botiquín de repuesto. En ese momento, el teléfono de Irene, que estaba sobre la mesa, comenzó a vibrar. Diego lo miró y su vista se posó en la pantalla. Había un mensaje sin leer de su amiga Car