Capítulo 18

Pronto llegó el sábado acordado; la luz del sol se filtraba por las rendijas y llenaba la habitación. Sonia se estaba arreglando el cuello de la camisa frente al espejo cuando sonó el teléfono. No hacía falta mirar para saber que era un mensaje de Ignacio. Ella lo revisó y enseguida bajó corriendo. Al salir, vio a Ignacio apoyado junto al carro, con Niebla en brazos. Él la saludó sonriendo y le entregó a Niebla: —Buenos días. No pensaba traerla, pero así te hace compañía en el camino. Niebla se frotó con cariño contra la cara de Sonia, ronroneando feliz. Fueron en carro hasta el refugio de animales, conversando y riendo durante todo el trayecto. Al pasar por un callejón, dos encapuchados aparecieron y golpearon la ventanilla con cuchillos en la mano. Con un español algo torpe, dijo: —¡En-entrega el dinero! Uno de los ladrones miraba a ambos con una expresión feroz. Ignacio, sin perder la calma, puso a Sonia detrás de él: —El dinero está en la parte de atrás, se los doy ahora. En cuanto