Capítulo 23
En el bar.
Diego se bebió de un trago el séptimo vaso; el ardor punzante descendía desde la garganta hasta el estómago.
En la zona de reservados, entre el vaivén de copas, una voz borracha cortó de pronto el bullicio: —Diego, en realidad Sonia sí que te quería de verdad.
El nombre de Sonia salió de la nada.
El tintinear de copas se detuvo en seco. El rostro de varios amigos cambió al instante; corrieron a tapar la boca del que hablaba: —Estás borracho, ve a despejarte.
Mientras lo arrastraban, la silla chirrió con un ruido molesto, pero aquel hombre seguía gritando: —¡No miento! Todos lo envidiaban, fue él quien no supo valorar lo que tenía.
Cuando la puerta del reservado se cerró, el ambiente quedó sumido en un silencio denso.
Diego apretaba el vaso hasta que los nudillos se le pusieron blancos; las gotas de agua fría resbalaban por la muñeca y se perdían bajo la manga.
De repente, agarró la muñeca de uno de sus amigos y lo hizo tambalearse: —¿Sonia me quería mucho antes?
El amigo, as

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