Capítulo 107
Apenas se había duchado, eso era evidente: su cabello seguía húmedo y las puntas aún goteaban agua. El vapor del baño había teñido su rostro de un leve rubor, y sus ojos, como un par de cristalinos lagos otoñales, reflejaban timidez y una vulnerabilidad que despertaba ternura.
El tenue vestido de gasa apenas cubría lo necesario, dejando entrever más de lo que ocultaba. Con cada paso que Paula daba, se formaba una diminuta hilera de huellas húmedas en el suelo, mientras la ligera tela del vestido se movía grácilmente, flotando como las alas de una mariposa.
—Oscar...
Mordiéndose levemente el labio inferior. Al inclinar la cabeza, un mechón de su cabello negro como la noche cayó suavemente, contrastando con su piel blanca y tersa como la porcelana.
Oscar sintió que el aire le faltaba; sus oscuros ojos se oscurecieron aún más, como un abismo.
Pero justo en el instante en que Paula se acercó para abrazarlo, él alzó la mano con suavidad y la empujó un poco, diciendo: —No hagas est

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