Capítulo 121
Aquellos que ya eran adictos al juego, tras probar el sabor de la victoria, se vuelven completamente incontrolables.
Sin embargo, poco a poco, la racha de suerte comenzó a disminuir. Cada vez que perdía, golpeaba la mesa con furia, intentando recuperar lo perdido; y cada vez que lograba recuperar una parte, deseaba ganar aún más.
Así pasó, día tras día.
Los escasos siete millones de dólares que le quedaban a Rubén se evaporaron rápidamente bajo su compulsión desenfrenada de apostar.
—¿Quieres recuperar lo perdido? Te puedo prestar algo. Este contrato ya lo conoces, solo firma —Héctor le lanzó oportunamente una pluma junto con un fajo de billetes que haría babear a cualquiera.
Rubén, desesperado por remontar, no dudó en firmar el contrato que Héctor le puso enfrente y obtuvo más fichas para seguir apostando.
Primero fueron cien mil dólares, luego doscientos mil dólares.
Después llegó a apostar un millón, dos millones de dólares.
Hasta que, finalmente, fue expulsado del c

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