Capítulo 510
Ángeles no pudo evitar una sonrisa amarga, convencida de que debía algo a ellos, pues en estas dos vidas había venido a saldar esa deuda.
...
En la misma densa niebla, Rafael y Nancy, exhaustos, ralentizaban cada vez más su paso.
Al final, Nancy cayó hacia adelante, murmurando débilmente: —No puedo más, tengo sed, estoy tan cansada...
Habían pasado todo el día sin beber agua ni comer nada.
Incluso la persona más fuerte no podría resistir, mucho menos Nancy, acostumbrada a una vida de comodidades.
Que hubieran aguantado hasta ahora ya era un milagro.
Rafael extendió su mano para ayudarla, pero él también estaba demasiado agotado y reaccionó con lentitud.
Así, Rafael y Nancy cayeron juntos al suelo, sus piernas pesadas como el plomo, hinchadas y entumecidas, tan fatigados que ni siquiera podían mover los dedos.
—Quiero agua...
Había agua por todas partes en la selva, en las hojas de los árboles, en los charcos del suelo, pero Rafael y Nancy habían resistido la tentación de beber durante

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