Capítulo 180
Después de volver de San Andrés, Carlos fue diagnosticado con depresión severa y tuvo que ser hospitalizado para recibir tratamiento.
Durante ese tiempo, muchas personas fueron a visitarlo.
Pero ninguna de ellas fue Luisa.
Cada vez que alguien abría la puerta del cuarto, Carlos contenía la respiración, esperanzado, y miraba fijamente hacia la entrada.
Sin embargo, cada vez bajaba la mirada y los hombros, decepcionado.
Desde que amanecía hasta que oscurecía, nunca llegaba la persona que más deseaba ver.
El corazón de Carlos se retorcía de dolor, y pensaba con desesperación que su Luisa realmente nunca volvería.
Luisa, sin ti, ¿qué sentido tenía seguir viviendo?
...
A la hora de la cena, Sofía llegó con el cuidador para llevarle la comida a Carlos.
En el momento en que abrió la puerta, Sofía gritó de repente con fuerza, soltó el termo que llevaba y corrió hacia él.
—¡Carlos!
Sofía lo abrazó de inmediato. —¡Carlos, no hagas algo impulsivo! ¡No me asustes, no seas así!
Apenas había entrado

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