Capítulo 219
Estacionamiento subterráneo.
Sergio, llevando consigo un aire de frialdad, abrió la puerta del copiloto del Cullinan y se sentó. —Andrés, he completado las tareas que me asignaste. Luisita aceptó los bolsos y el carro.—
Andrés, con sus dedos largos apoyados en el volante, dejó que su nuez de Adán rodara visiblemente. —¿Ella sospechó algo?
Sergio respondió con honestidad: —Sí, me preguntó si el carro lo habías comprado tú. Pero junto con Fernanda logramos engañarla. Luisita confía mucho en Fernanda, no debería pensar más en ello.
Andrés emitió un sonido grave con un tono cargado.
En ese momento, Sergio no supo qué más decir. Andrés miraba fijamente al vacío, perdido en sus pensamientos, y el silencio en el carro era tal que se podía oír el sonido del aire acondicionado.
Sergio sabía que estaba pensando en Luisa nuevamente, así que con inteligencia guardó silencio, evitando hacer cualquier ruido que pudiera molestarlo.
Después de un rato, Andrés finalmente dijo: —Realmente quiero verla.

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