Capítulo 375
Luisa sacó las flores marchitas del florero y las reemplazó enseguida por las bellas rosas Freud que Andrés le había regalado.
Las rosas Freud eran de un color intenso, rebosantes de pasión y vitalidad.
Estas flores también llevaban un mensaje romántico en su breve lenguaje: —Te deslizaste con descuido por mis sueños, convirtiendo mi corazón en un jardín lleno de fragancia.
Después de arreglar cuidadosa las flores, Luisa recordó que la enfermera le había dicho que Andrés había venido hacía media hora.
Al pensar en esa posibilidad, la respiración de Luisa se aceleró a pasos agigantados.
¿Y si aún no se había ido?
Una vez que esa idea cruzó por su mente, ya no pudo evitar el impulso de ir a comprobarlo.
Luisa abrió la puerta y caminó apresurada hacia el ascensor.
Eran las siete de la mañana.
El sol ya comenzaba a arder.
Luisa vestía un traje liso de manga corta color lila claro, y al salir del ascensor, corrió con pasos apurados hacia el estacionamiento al aire libre del hospital.
Unos m

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