Capítulo 432
Fernanda agitó la mano y dijo: —Está bien, entonces ustedes váyanse primero.
—Adiós, señorita Zaira. —Catalina les despidió con la mano.
Juan de repente dijo: —¿Por qué la llamas señorita Zaira? Eso suena muy distante. Catalina, deberías llamarla cuñada.
Su hermana se quedó perpleja.
No solo ella, los demás también se sorprendieron un poco.
—Cuñada. —Obedeció ella.
A Zaira se le pusieron las orejas rojas de la vergüenza. Apretó los labios con nerviosismo. —No pasa nada, pueden llamarme como quieran.
—Eso no puede ser. —Juan la atrajo hacia su pecho. —Vamos, te llevo de vuelta.
Con la cara sonrojada, Zaira asintió.
Cuando se fueron, Fernanda suspiró: —Catalina, creo que esta vez tu hermano va muy en serio.
Ella asintió. —Él trata a Zaira de una manera diferente a las otras mujeres de antes.
Fernanda tomó a Luisa del brazo. —Vamos, vamos a tomar algo, ¡a un bar de una buena amiga mía!
Catalina dijo: —Vayan ustedes, yo tengo que regresar a casa.
Catalina era una chica juiciosa y tranquila

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