Capítulo 43
—No te pedí que me protegieras, solo te pedí que no le mencionaras nada de mí a la familia Sánchez. —corrigió Ana.
La chica realmente era bastante orgullosa.
Carlos soltó una leve risa, complaciéndola: —Está bien.
Al ver su sonrisa, Ana recordó inexplicablemente el incómodo momento en el coche el día anterior. Sus mejillas se sonrojaron y desvió la mirada.
En ese momento, sonó el teléfono de Carlos y él se alejó para contestar la llamada.
No se sabía qué le estaban diciendo al otro lado de la línea, pero el hombre comenzó a irradiar un aire glacial, haciendo desaparecer instantáneamente la calidez que mostraba hace un momento.
El cerdito sintió esa intensa frialdad y tembló por completo.
La expresión de Ana permaneció serena, pero una voz en su interior le advirtió:
¡No confíes en este hombre tan fácilmente!
Después de colgar el teléfono, Carlos ocultó esa frialdad que había dejado escapar sin querer, se giró y llevó a Ana a la escuela. Le dijo que si necesitaba algo, le llamara. En lo

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