Capítulo 62
—Está bien, estaré en la sala, llámame si me necesitas.
Él bajó la mano que había quedado suspendida en el aire y, en el instante en que se giró, la ternura en sus ojos desapareció, reemplazada por una mirada fría.
La puerta se cerró, separando la habitación de la sala en dos espacios distintos.
Dentro de la habitación.
Ana respiró hondo para calmarse. Su delicado rostro recuperó su habitual frialdad distante.
Lo que había ocurrido esta noche fue por culpa de Elena.
Podía no importarle la identidad de la Señorita Ruiz, ni los sentimientos de la familia Ruiz, e incluso ignorar las constantes provocaciones de Elena.
Pero esta vez, Elena había cruzado su límite.
¿Quieres jugar?
Pues vamos a jugar, a ver si puedes mantener el ritmo.
Ana se levantó de la cama, encendió la computadora y sacó un mini USB de la funda de su móvil, conectándolo al ordenador.
Sus delgados dedos volaron sobre el teclado, mientras líneas de código pasaban rápidamente por la pantalla.
En la sala.
Carlos estab

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