Capítulo 86
Ana solo había probado un poco, pero se quedó con ganas de más, asintiendo obedientemente. —Sí, quiero.
—Dime "Carlos" para escucharlo.
Dijo Carlos, pensando que con el carácter frío de la niña, probablemente solo recibiría una mirada indiferente como respuesta.
Sin embargo, ante la comida, Ana no tenía ninguna resistencia, y sin ninguna carga dijo: —Carlos.
La mano de Carlos tembló ligeramente sin que se notara, y sintió un nudo en la garganta.
A pesar de que había sido una idea caprichosa querer que la niña cambiara la forma de llamarlo.
No era la primera vez que escuchaba ese nombre; Javier y los demás siempre lo llamaban así.
Pero, por alguna razón, escuchar ese nombre salir de la boca de Ana hizo que su corazón se estremeciera inexplicablemente.
Después de decir ese nombre, Ana se sintió un poco aturdida, pensando que realmente había sido tentada por la comida al punto de no poder pensar claramente.
Había caído en la trampa de este hombre.
Aunque se sentía inquieta por dentro,

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