Capítulo 48
Isabel mencionó algo con indiferencia y se dispuso a marcharse, pero Víctor la siguió sin pronunciar palabra.
Volviéndose hacia él, confusa, Isabel dijo: —He dicho que no necesitas acompañarme.
—Te llevaré hasta la puerta,— replicó Víctor, su voz era suave pero resuelta.
Sin querer entrar en discusiones, Isabel simplemente se volteó y comenzó a descender las escaleras del segundo piso.
En la sala, Silvia, sentada, observó cómo Isabel y Víctor bajaban juntos, lo que la irritó notablemente.
—Víctor, ven aquí, tu madre necesita hablar contigo,— llamó Silvia.
Cada vez es así, la esquina de los labios de Isabel se curva en una sonrisa irónica.
Era la rutina habitual: cada vez que Víctor mostraba algún gesto de cercanía hacia Isabel, su madre siempre encontraba algún pretexto para llamar la atención de su hijo.
Pero ya no importaba, pues Isabel pronto se divorciaría de Víctor y dejaría de soportar este teatro.
Caminando al lado de Isabel, Víctor le dijo a Silvia con un tono apático: —La acom

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