Capítulo 86
Al momento en la multitud, el primero en reaccionar exclamó, —¡Jesús, allá voy!—
Jesús se subió al coche deportivo y, con una actitud despreocupada, le dijo a Isabel: —Si te rindes ahora, no necesitarás darme esos 350,000 dólares; simplemente acompáñanos a cenar algo tarde y listo.
Isabel ni siquiera giró la cabeza, —Prepárate esos 350,000 dólares, porque has perdido.
Justo cuando terminó de hablar, una mujer deslumbrante delante del coche ya había agitado el tablero en sus manos, y el sonido del disparo también resonó.
¡En un instante!
El coche deportivo de Jesús, como una bala roja, se lanzó en la oscuridad de la noche.
—¡Sí! ¡Jesús es increíble!
—¡Wow!
—¡Jesús la ha dejado tan atrás que ni siquiera se ven las luces traseras! ¡Muéstrale de qué color eres!
En el momento en que comenzó la carrera, en esta carretera de montaña solo resonaban los vítores de este grupo de jóvenes.
Monte del Viento, un lugar de montañas empinadas y peligrosas, realmente no es un sitio que los corredores p

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