Capítulo 23
El llanto de los hermanos la familia Castro se detuvo. Aunque tenía los ojos vendados, casi pude imaginar sus semblantes enfurecidos y llenos de remordimiento.
—¿Cómo puede ser? Lena, ¡él es tu tío! ¡No pueden estar juntos!
—¡Exacto, Lena, no dejes que te engañe!
Ellos, desesperados, difamaban a Pablo delante de mí.
Pero Pablo simplemente me tomó entre sus brazos, dispuesto a llevarme con él.
Sin embargo, yo no pensaba permitir que alguien mancillara así, sin más, a mi futuro esposo.
Asomé la cabeza desde el abrazo de Pablo y sonreí a los hermanos de la familia Castro.
—Lo que ocurra entre mi esposo y yo, no necesita su preocupación. En cambio, será mejor que vuelvan a revisar bien su propia empresa.
Dicho esto, Pablo me llevó con él y nos marchamos.
No imaginé que, nada más salir, él me conduciría directamente al registro civil.
Antes de que pudiera reaccionar, ya había sacado de su ropa una cajita de anillos.
—Lena, llevaba mucho tiempo preparando este anillo. Lo llevaba conmigo casi

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