Capítulo 20
Cada cosa que ella mencionaba hacía que la cara de Gabriel se tornara más pálida, y que su cuerpo temblara con mayor intensidad, como si pudiera desplomarse en cualquier momento.
Aquellos daños que él había intentado olvidar deliberadamente, o que consideraba triviales, al ser narrados por ella con tanta serenidad, resultaban sangrientos y crueles, hasta el punto de dejarlo sin aliento.
—No... No fue así... Amelia... Yo...
Intentó defenderse en vano, pero descubrió que sus palabras eran frágiles e impotentes.
Gabriel se quedó sin nada que decir, un remordimiento enorme parecía a punto de desgarrarlo por dentro.
Se levantó tambaleándose, intentando huir de aquella atmósfera asfixiante, pero terminó golpeando la maleta que Amelia había dejado en la esquina del sofá.
La maleta se abrió y sus pertenencias cayeron al suelo.
Gabriel, por instinto, se agachó para recogerlas. Mientras metía las cosas de manera desordenada, sus dedos tocaron algo duro, escondido en un compartimiento interior. L

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