Capítulo 32
Cuando iban en el ascensor, Vivianna observó el tierno rostro del pequeño y no pudo evitar besarlo varias veces. Augustine la miró con menos frialdad, entrecerrando los ojos. Una mujer es el ser más hermoso cuando da rienda a su gran amor maternal.
Llegaron al dormitorio principal de Augustine, y éste empujó la puerta para abrirla. Vivianna se quedó boquiabierta, al ver un dormitorio tan grande y opulento.
Augustine levantó una esquina de la colcha, y ella se sentó en la cama para quitarle los zapatos al niño, y luego lo colocó con sumo cuidado en la cama. Acto seguido, Zephaniah gimió, se acurrucó y se durmió profundamente.
Al ver su carita angelical e inocente, ambos contuvieron un poco la respiración por temor a despertarlo.
Mientras observaba a su hijo, Vivianna sintió una mirada penetrante y fría en el rostro. En ese momento, su corazón era un torbellino de emociones, porque sabía bien quién la estaba viendo.
Tenía que ser Augustine, porque no había nadie más en esa habitación.

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