Capítulo 12

Pablo permanecía en medio de la cocina, el frío de la encimera reflejando su rostro sombrío. Nuria estaba a un lado, inmóvil, apenas atreviéndose a respirar. —¿Durante estos seis años María hizo todo esto en silencio y nunca lo mencionó? —Preguntó él, con la voz ronca. Nuria asintió con cautela: —Nunca nos dejaba intervenir. Decía que usted tenía el estómago delicado, que las sopas para la resaca de fuera eran demasiado fuertes, y que debía vigilar el fuego ella misma. Los dedos de Pablo tamborileaban inconscientemente sobre la encimera. Seis años enteros, cada vez que volvía de alguna cena, por tarde que fuera, siempre había una sopa caliente esperándolo. Jamás se le había ocurrido que todo era fruto de las largas noches de desvelo de María. —¿Quiere que intente prepararla? —Sugirió el mayordomo con cautela. —No hace falta. —Respondió Pablo, dándose la vuelta para subir las escaleras. —Todos a descansar. Al pasar frente al dormitorio principal, oyó la respiración de Beatriz en el inte