Capítulo 80

El adorno de ámbar era un modelo masculino. En la pieza de oro macizo estaban tallados unos intrincados y misteriosos patrones con forma de serpiente, y sobre el ámbar brillaba una piedra preciosa deslumbrante. El accesorio destilaba lujo sin perder elegancia. Clara podía imaginar perfectamente lo bien que se vería en la persona indicada. El precio inicial era de tres mil dólares, con incrementos de cinco mil por cada nueva oferta. Clara no dudó en presionar el botón para indicar que deseaba ese adorno. Sergio la observó con gesto pensativo. ¿Qué hacía una mujer pujando por un accesorio masculino? ¿Acaso tenía un amante? Un sentimiento de celos, tan sutil como hiriente, lo impulsó a presionar también el botón. Si Clara deseaba ese objeto, él no le permitiría obtenerlo tan fácilmente. —¿Vas a competir conmigo? —Reclamó Clara con un dejo de reproche. Sergio sonrió con tranquilidad: —Es un adorno precioso. Me gusta mucho. ¿Y si Clara pensaba regalárselo a otro? Fuera cual fuera su intenci