Capítulo 100
En el camino de regreso, José miraba de vez en cuando a Diego mientras conducía, hasta que por fin preguntó lo que tenía en mente: —¿Por qué decidiste de repente permitir que Ana regrese? Siempre te ha molestado que hable mal de ti frente a Silvia.
—Simplemente, porque es amiga de Silvia. —Respondió Diego directamente: —Ya limité su ayuda económica; la verdad no puedo también privarla del apoyo emocional que le brinda a Silvia.
José se quedó en silencio por un instante, y luego sonrió.
Unos cuarenta minutos después llegaron a su casa.
José bajó apresurado del auto y cerró la puerta en un solo movimiento.
Cuando Diego se disponía a partir hacia Villa Jardín, José lo llamó con insistencia: —Diego.
Diego detuvo por un momento su acción de pisar el acelerador y lo miró de reojo.
Antes de que pudiera preguntar algo, José habló primero: —No vivas en el pasado, no cargues con tanto peso tú solo. Si él aún estuviera aquí, tampoco querría verte así.
Diego apretó pensativo el volante con ambas m

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