Capítulo 36
—Señor, por favor, deténgase.
Diego se detuvo un instante y luego se volvió.
Patricia quedó paralizada al ver aquella cara tan impresionante que parecía desafiar a los dioses.
¡Dios mío! ¡Qué guapo era aquel muchacho!
Patricia incluso podía escuchar los latidos de su propio corazón.
Al mismo tiempo, sus celos hacia María habían alcanzado su punto máximo.
¿Por qué María tenía tanta suerte de encontrarse con un hombre tan extraordinariamente apuesto?
Diego observó la expresión embobada de Patricia y frunció ligeramente las cejas. —¿Tiene algún problema?
Ella reaccionó de inmediato y respondió con voz aguda: —Señor, no se deje engañar por María. En realidad, ella no es ninguna dama de la alta sociedad; es simplemente una mujer común. Mi hermano acaba de romper con ella y de inmediato fue a buscarlo a usted, la víctima. Ella es vanidosa y muy astuta...
Antes de que Patricia terminara de hablar, María levantó la mano y le propinó una bofetada contundente. —¡Patricia, tienes una boca muy suc

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