Capítulo 99
Sara entró en el jardín silenciosa llevando la bandeja, dejando un vaso de agua junto a Baltasar y otro vaso de jugo junto a Camila, antes de retirarse sin hacer ningún ruido.
Baltasar se recostó perezosamente en el respaldo del sillón, con pestañas más largas que las de cualquier mujer, mirando fijamente a Camila sin parpadear.
Los dedos largos y blancos de Camila golpeaban de manera inconsciente el reposabrazos.
En la comisura de sus labios se dibujaba una ligera sonrisa de ternura.
Camila se sumergió cada vez más absorta en la lectura del libro, hasta que finalmente se recostó en el sillón mecedor, sosteniendo el libro con gran entusiasmo.
Después de más de media hora, Baltasar se fue del jardín silencioso, y ella ni siquiera se dio cuenta.
Cuando volvió en sí, ya habían pasado varias horas; de repente Sara la llamó para cenar.
En la mesa, Camila le preguntó emocionada a Baltasar: —Señor Baltasar, ¿podré probar un poco de tiro más tarde?
Ya había leído gran parte del libro y sentía

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