Capítulo 10
Cinco años después.
Lidia estaba ocupada en trasladarse de nuevo, ya era el sexto país que cambiaba durante estos años.
Se mudaba constantemente solo para encontrar un lugar adecuado para vivir con su hija.
—Ana, ven a ayudarme a llevar unas cosas.
Lidia llamó hacia abajo.
Esperó varios segundos, pero no oyó respuesta.
—¿Ana?
—¡Ana!
Lidia corrió apresuradamente escaleras abajo, y por correr tan rápido, tropezó con los objetos del salón y cayó al suelo. Sin importarle el dolor, se levantó y comenzó a buscar a su hija por todas partes.
Pero en ninguna parte logró ver la pequeña figura.
Al levantar la cabeza, notó que la puerta estaba entreabierta.
—Ana, ¡Ana!
—No juegues a las escondidas conmigo, me rindo, ¡regresa conmigo ahora mismo!
Lidia corrió al patio, desesperada.
Al pensar que su hija podría haberse perdido o haber sido secuestrada, sentía como si estuviera ahogada.
—¿La estás buscando?
En ese momento, de la casa vecina se oyó una voz ronca.
Lidia giró la cabeza y vio a un hombre

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