Capítulo 59
—No hay hombre que lo soporte.
¡A menos que sea impotente!
Los dos llegaron a la puerta de la oficina del médico mientras conversaban.
¡Shh!
Mónica puso su dedo índice sobre sus labios rojos, indicándole a Sara que guardara silencio.
Como si cambiaran de rostro, una volvió a su expresión de iceberg y la otra adoptó una seriedad impecable.
Entraron juntas a la oficina del médico.
Era un espacio público, con siete u ocho doctores en batas blancas ocupados en sus computadoras.
Sin embargo, Rafael no estaba allí.
Sara se vio obligada a preguntar: —Disculpe.
¿Sabe dónde puedo encontrar al Doctor Rafael?
Al hablar, Sara moduló su voz a un tono dulce, similar al de un personaje de anime.
Esto provocó que un grupo de hombres en la oficina dejara sus tareas para mirar hacia la puerta.
Incluso las dos mujeres no pudieron evitar dirigir su mirada hacia la que hablaba, Sara.
Dos bellezas, una fríamente deslumbrante y la otra encantadoramente atractiva.
Casi al unísono, varios hombres apuntaron hac

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