Capítulo 14

Alejandro la vio de reojo, con una mirada tan fría como un estanque helado: —Veo que tus heridas se recuperaron bastante rápido. María se sujetó el abdomen con fuerza, inclinando la espalda, y su voz se tensó por el dolor: —Para poder llegar a tiempo a los trámites del divorcio, mi cuerpo tiene que cooperar. Apenas terminó de hablar, un dolor punzante y agudo atravesó su cuerpo desde lo más profundo del estómago. Sus piernas cedieron de inmediato; su cuerpo se inclinó hacia un lado sin control, casi desplomándose en el suelo. Aquella escena tan desastrosa hizo que Carmen se llevara una mano a los labios y soltara una risita. —Señor Alejandro, ¿será que la señora María está fingiendo estar enferma para dar lástima y retrasar el proceso? Alejandro observó que el rostro de María estaba pálido, con un hilo de sangre en la comisura de los labios. Su brazo, rodeando la cintura de Carmen, se tensó sin querer. La comisura de sus ojos se curvó con frialdad, mostrándose despiadado: —María, aunqu