Capítulo 56
Justo cuando su figura estaba a punto de cubrir a María, la voz de Carmen resonó.
—¡Señor Alejandro, ha regresado antes de lo previsto!
Los pasos de Alejandro se detuvieron al instante.
Carmen se adelantó y enroscó su brazo alrededor del de él. —Ya que has vuelto, ¿me llevas a pasear por Venturis esta noche? ¡Me lo prometiste!
Alejandro reprimió sus emociones, y con el brazo que rodeaba a Carmen la estrechó con más fuerza.
Su voz, llena de ternura y mimo, dijo: —Está bien, te acompaño.
Solo que, antes de irse, se volvió hacia María y ordenó: —Laura, síguenos.
Aunque a Carmen no le agradó, se contuvo y no dijo nada.
En el muelle de Venturis, las luces acababan de encenderse.
Alejandro había reservado el crucero turístico más lujoso y había mandado cerrar el resto de embarcaciones para que no interfirieran con su paseo.
Pero justo ese día se toparon con un joven mimado de Solarena que no estaba dispuesto a ceder.
María lo reconoció de inmediato: era Federico Rojas, el segundo hijo de la

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