Capítulo 183
Inés, incluso con la cara magullada, era imposible de resistir para cualquier hombre común; el joven adinerado no pudo evitar quedarse boquiabierto ante ella.
Inés dijo: —Guapo, no estarás pensando en engañarme para subirme a tu coche y luego aprovecharte de mí, ¿verdad?
—¿Cómo podría? No soy ese tipo de persona.
Respondió el joven adinerado.
—Entonces eso es aburrido. Si realmente no quieres acostarte conmigo, eso significa que no tengo encanto, lo cual es un insulto para mí.
Dicho esto, Inés abrió la puerta del coche y se bajó.
El joven adinerado, desconcertado por el comportamiento de Inés, se apresuró a salir del coche y dijo: —¿Qué quieres decir con eso, bella dama? ¿Esperabas que tuviera malas intenciones?
—¿Tienes el valor?— Inés dijo sonriendo.
—¡Claro que sí! Y mucho. Si subes a mi coche, ya sea que vayamos a un hotel o lo hagamos al aire libre, te acompaño hasta el final, garantizado para satisfacerte.
El joven adinerado hizo alarde de sus músculos, contento, sin imaginar que

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