Capítulo 1378
Los guardias, una vez imponentes y llenos de vigor, ahora parecían polluelos arrojados desde la gran entrada de la mansión de la familia Jules.
Varios de ellos se frotaban el trasero, haciendo muecas de evidente dolor por la fuerte caída.
El último en ser expulsado fue el capitán del equipo de guardia de Dilsburg.
Con el rostro rojo y las orejas enrojecidas por la ira, señaló con un dedo tembloroso a Lucille y gritó con todas sus fuerzas: "¡Eres tan audaz, te atreves a desobedecer abiertamente una orden directa de arriba! Recuerda mis palabras, un ejército llegará pronto. ¡Veamos si aún puedes expulsarlos como a nosotros!"
Al oír ese eco de desafío, Lucille permaneció inexpresiva. Sus ojos negros como la tinta y fríos carecían de cualquier emoción superflua.
Está claro que Lucille no tomó en serio ese tipo de amenaza.
¿Dónde estaba la dignidad de los guardias que habían sido expulsados hace unos momentos? Todos ellos, que habían sido expulsados, parecían extremadamente avergonzados con

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