Capítulo 25
Elena ayudó a Laura a recoger la mesa y luego regresó a su habitación para descansar.
Tumbada en la cama, no dejaba de darle vueltas al asunto.
La razón le decía que ir a pedirle ayuda a Sergio en ese momento era perder su posición, que lo más probable era que la rechazara. Sin embargo fuera de esa opción, la más directa y descabellada, no se le ocurría ninguna otra manera de resolver el problema.
Se revolvía en la cama, angustiada.
Toc, toc...
Laura llamó en voz baja a su puerta antes de abrirla y asomarse para hablarle desde la entrada: —Hoy tengo que reunirme con unos clientes, volveré tarde. Si te da hambre, pide algo de comer por tu cuenta, ¿sí?
—Está bien.
—Estuve pensando seriamente en lo que me dijiste. Si es algo importante para ti, no importa si esa persona es cercana o no, si va a ayudarte o no. Puedes intentarlo. En el peor de los casos, te dirá que no, y no habrás perdido nada, ¿cierto?
—Sí, sí...
Elena se incorporó con entusiasmo y contestó.
Gracias a las palabras de Laur

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