Capítulo 79
Lourdes fingió molestia.
—Solo me preocupa que, si tardas mucho, el jefe diga algo.
—¿Decir qué? Solo vine a despedirme de ti, el señor Ignacio no dirá nada.
Julia llamó al camarero: —Dos platos de fideos, por favor.
Al ver que ya había hecho el pedido, Lourdes sonrió con resignación.
Lourdes acababa de comer, aún tenía tiempo para volver a casa, preparar el almuerzo y hacerle una vianda a su hija.
Al verla tan feliz, Julia se mostró sorprendida.
—Ya estás por renunciar, ¿y todavía estás tan contenta?
—No sigas mencionando eso, aquí todos son compañeros de trabajo. Si alguien escucha, no sería bueno.
Lourdes la advirtió en voz baja, haciendo un gesto de silencio con la mano.
Aunque había renunciado por su propia voluntad, su reputación en la empresa no era buena, y si se corría la voz, quién sabe qué dirían.
Además, la empresa tenía una política: los empleados que renuncian deben trabajar una semana más, hasta que llegue la notificación formal de salida.
—¿Y qué? ¡Si no es tu culpa! Qu

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