Capítulo 104 Dejémoslo ir
—Hoy he venido para poner fin como se debe a nuestra relación; fuiste tú quien convocó a toda esta gente, tú los involucraste en esto.
Mónica habló con calma, sus ojos fríos como la escarcha, su mirada tan gélida como el viento de una noche invernal, sin calor, solo hielo puro.
Se levantó y caminó hacia la salida.
Esas personas, esos asuntos, ya no quería saber más de ellos.
Carlos entró con sus hombres, separó a Pablo y luego el corpulento guardaespaldas obligó a Sara, que se resistía a arrodillarse, a caer al suelo.
—¡Pablito, Pablito, sálvame!
Sara gritaba en pánico, pero Pablo estaba atado, sin posibilidad de oponer resistencia.
—¡Tío Sergio, no puedes hacer esto, soy tu propio sobrino!
Gritó al hombre con furia.
Pero Sergio, como si no hubiera oído nada, se alejó rápidamente del salón.
Al salir del hotel, vio a una mujer sentada en las escaleras de la entrada bajo la luz de la luna; solo se observaba cómo miraba hacia el oscuro cielo, su rostro aún marcado por lágrimas secas, su c

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