Capítulo 82 Ricardo herido
Isabel, al ver que Mónica estaba tan decidida, no insistió más en que aceptara el dinero. Suspiró suavemente: —Moni, si algún día necesitas algo de dinero, por favor, solo dímelo. No te esfuerces en hacerlo todo sola, ¿está bien?
—Sí de acuerdo.
Mónica aceptó y se despidió.
Isabel se fue, pero su figura parecía triste y solitaria.
Mónica la observó conmovida mientras se alejaba, sintiendo que su nariz se ponía un poco húmeda y sus ojos se llenaban de gruesas lágrimas.
Sabía que sus palabras de ese día también habían hecho sufrir a su madre.
Pero, sin importarle nada, no quería seguir por un camino que sabía que estaba mal, aunque tuviera que hacerlo.
Mónica se secó las lágrimas y luego regresó a su habitación, tomando su celular para revisar sus ahorros.
Durante estos tres años, había estado acompañando día a día a Pablo en su emprendimiento. Tras la fundación de la empresa, Pablo quiso darle parte de las acciones, pero ella, en su tonta ingenuidad y terquedad, pensó que

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