Capítulo 16

Jairo aún recordaba la primera vez que acompañó a María a su casa; estaba sumamente nervioso. Pero Arturo no lo puso en aprietos. Solo le advirtió que debía tratar bien a María, que de lo contrario, aunque le costara la vida, no lo dejaría impune. En aquel entonces, Jairo respondió sin titubear. Porque estaba convencido de que amaría a María para siempre y que siempre sería bueno con ella. Con el ejemplo trágico del matrimonio de sus propios padres, él había sido extremadamente cuidadoso respecto al suyo. Y sin embargo, ahora sentía que había perdido la sinceridad de aquel primer juramento. En el fondo de su corazón, ¿realmente lo suyo con Lorena había sido solo por compasión hacia una donante de médula? No. Cuando finalmente encontraron a otro donante, bastó con pagarle una buena compensación económica. Pero lo suyo con Lorena había sido distinto, incomparable. La promesa que hizo aquel día, Jairo no la cumplió. Solo cuando María lo dejó para siempre, llegó el arrepentimiento. No quer