Capítulo 1890
Josefina acababa de asearse.
Se puso la ropa que Bernardo había preparado para ella.
Tampoco sabía muy bien cómo manejar los accesorios, así que se arregló el cabello de una manera bastante sencilla.
Cuando terminó de prepararse, vio que el desayuno también estaba listo.
Al igual que la noche anterior, había una gran mesa llena de comida.
Había panecillos pequeños, empanadas frescas recién hechas, arroz caldoso, vegetales salteados, sopa. En fin, una gran variedad de platos exquisitos.
Y estaban preparados de manera que despertaban el apetito.
Tan pronto como los vio, sintió que su sentido del gusto se activaba de inmediato.
Bernardo entró, le dio una mirada al sirviente que estaba en la puerta y este al instante cerró la puerta.
—¿Por qué no comes? —Preguntó Bernardo.
Josefina le respondió con dulzura: —Estaba esperando para comer contigo, no tiene gracia comer sola.
Bernardo sonrió con los ojos: —Perdona, es mi culpa por llegar tarde, estas cosas no se saborean igual cuando se enfría

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