Capítulo 1943
Parece que esta noche tal vez tendría que dormir junto a la pared.
De repente, comenzó a extrañar aquellos tiempos en los que, salvo Bernardo, nadie más podía verla. Si nadie la veía, podía aprovechar la gran oportunidad para entrar.
Todo tenía dos lados, lo bueno y lo malo.
Al mismo tiempo.
Bernardo, quien estaba ocupándose de una serie de asuntos pendientes, de pronto sintió un mareo.
Se recostó en la silla y cerró los ojos para descansar por un momento.
En ese preciso instante, Teodoro entró con agua. Al ver que Bernardo estaba descansando con los ojos cerrados, caminó con mucho cuidado y dejó a un lado la jarra de agua.
Pero Bernardo de repente abrió los ojos.
Y, sin pensarlo dos veces, dijo en un tono de voz baja: —Josefina.
Teodoro rara vez veía a Bernardo perder el control, y las pocas veces que lo hacía, siempre tenía algo que ver con la señorita Josefina.
Al escuchar el nombre de Josefina, Teodoro avergonzado bajó la cabeza, fingiendo que no había escuchado nada.
Sin embargo,

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