Capítulo 326
Ana ya no se atreve siquiera a contestar sus llamadas. ¿Y ahora permite que el hombre que mantiene conteste por ella?
Aunque la voz al otro lado del teléfono no denotaba debilidad alguna.
Era una voz intimidante, y en el instante en que habló, hizo que su corazón también temblara.
—Habla, ¿qué piensas hacerle a Ana? —inquirió Alejandro con un tono aún más gélido.
Sergio frunció el ceño. El hombre era intimidante, poseía un indiscutible encanto para ganarse a las mujeres y, con arrogancia, proclamó: —Tengo cien maneras de hacer que finalmente se arrodille y nos suplique. Te sugiero que la dejes pronto. Cuando ya no tenga dinero para mantenerte, ¿no estarás con ella solo por eso, verdad? Déjala ya y pásale el teléfono para que hable conmigo.
Esos hombres que dependen de una mujer realmente tienen audacia.
—¿Y tú eres su qué? ¿Hermano? —preguntó Alejandro.
—¡Soy su tercer hermano! En casa me teme más y siempre me obedece, te lo digo, cuando está allí intentando ganarse mi favor, hace much

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