Capítulo 370
Al oír pasos detrás de sí, Ana extrajo dos botellas de yogur de su bolsa de compras y le ofreció una a la persona que se acercaba.
—¿Quieres? —preguntó.
Alejandro observó las botellas.
Eran yogures sin azúcar, de durazno.
Tomó ambas, abrió una y se la entregó a Ana.
Ella la aceptó con naturalidad y dio un sorbo. —Está delicioso.
El aroma del durazno, combinado con la cremosidad del yogur, hacía que cada sorbo fuera una delicia.
Al escuchar a Ana decir que estaba delicioso, Alejandro también probó un sorbo.
Para él, el sabor era aceptable.
Dejaron los yogures a un lado y juntos empezaron a almacenar las compras en el refrigerador.
Viendo el refrigerador lleno, Ana experimentó una sensación de seguridad.
—¡Está lleno! —exclamó.
Alejandro se lavó las manos y después se sentó en el sofá.
Al verlo, Ana también se lavó las manos y se detuvo a observar a Alejandro, quien parecía tener algo que decirle.
Lavó algo de fruta y luego se sentó frente a él.
—Comamos algo de fruta primero, —sugirió A

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