Capítulo 386
En el instante en que se abrió la puerta del baño, Ana encontró los ojos de Alejandro, que normalmente eran fríos y penetrantes, pero en ese momento mostraban una agresividad excepcional.
El corazón de Ana se aceleró por un instante.
—No está bien...
Sin embargo, Alejandro no le dio oportunidad de rechazarlo.
Entró en la bañera para besarla mientras ella aún estaba aturdida.
Fue un beso apasionado que comenzó en sus labios.
Ana jadeaba,—espera... vamos a la cama.
—No hay prisa, tenemos toda la noche para ir donde quieras—respondió Alejandro, con la respiración agitada, mientras se apoyaba en su clavícula.
Alejandro siempre ha sido dominante y autoritario en estas situaciones.
Hoy no sé qué le pasó.
Nunca lo había visto perder el control de esa manera.
Le susurró al oído: —¿Todavía piensas que estoy enfermo?
—Nunca pensé que estuvieras enfermo...
Ana no recuerda cuándo terminó el acto.
No sabe si durmió dos horas.
Se dijo a sí misma que tenía que ir a trabajar, que no podía llegar tarde

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